jueves, 18 de julio de 2013

Por qué es mejor no ser millonario

(A propósito del ganador del Quini 6)


El fisco te cobra un porcentaje por tu suerte. Vos tenés prioridades: cancelás tus deudas. Te pagás una casa, un auto. ¿Ponés la guita en el banco o bajo el colchón? ¿Invertís? No hay nada seguro. Por lo pronto querés dejar el laburo de esclavo que te tiene mal e independizarte.

Pero mantenerse en el anonimato es difícil. Extraños se te acercan a hacerse los amigos. Los enemigos quieren hacer las paces con vos. Los amigos te piden favores. La familia más lejana te llama por teléfono. Si tenés pareja empieza la discusión sobre qué hacer, porque, la verdad, no tenían pensado ganar. (Nadie tiene pensado ganar, porque sabe que las posibilidades son muy bajas.)

Y ahora tenés un problemón, que más que salvarte te va a hacer tener miedo de que te roben en cada esquina, que te va a dar dolores de cabeza o perder lo que ganaste, te va a volver paranoico. Y vas a invertir en la seguridad que nunca necesitaste para resguardar tus valores.

A lo mejor te ayuda tanto dinero. Lo más probable es que, a la larga, no. A menos que lo destines a ayudar a otros, a armar una Fundación o colaborar con un comedor.

En lo personal, prefiero no ser millonaria.






2 comentarios:

  1. Muy bueno.
    Es como LA CARTA ROBADA, de Poe: muy razonable, pero nada convincente. El rico puede elegir ser pobre, el pobre no puede elegir nada. Prefiero poder elegir.

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  2. En realidad no se trata de la elección que tiene el rico y el pobre de ser lo que son lo que me importa. Lo que digo es que ser rico de un día para el otro es un problema en sí mismo, más que la solución los problemas que tenías al ser pobre.
    ¿Preferís los problemas aparejados con la riqueza o con la pobreza? Claramente lo mejor es estar en el medio.

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