El querer vivir, el gustarnos vivir, es cosa que no necesita explicación. Pero si nos preguntamos cómo queremos vivir, qué pedimos a la vida, qué le hace tener sentido para nosotros; se trata, verdaderamente, de preguntas -más o menos idénticas- que recibirán muchas respuestas diferentes. Unos dirán que quieren amor, otros escogerán el poder, otros seguridad y otros, placerers sensuales y comodidades, mientras que otros perferirán la fama; pero lo más probable es que la mayoría coincidan en decir que quieren ser felices. Y este es también, para la mayoría de los filósofos y de teólogos, el propósito de los afanes humanos.
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Aún entendiéndose la felicidad de modos tan diferentes, la mayoría de los pensadores coinciden en la idea de que seremos felices si se cumplen nuestros deseos o, por decirlo de otra manera, si tenemos lo que queremos. [...] Llegamos, pues, al momento en que la pregunta por el sentido y la finalidad de la vida nos lleva a la cuestión de qué son las necesidades humanas.
En general, hay dos posturas contrarias. La primera, y casi la única que hoy se defiende, consiste en afirmar que la necesidad es algo enteramente subjetivo: es el afán de conseguir una cosa deseada con tanta ansia que justamente podemos llamar necesidad, y cuya satisfacción nos procura placer. Esta definición no atiende al origen de la necesidad [Que puede ser fisiológica, como el hambre y la sed; debida al desarrollo social y cultural del hombre, como el refinamiento en la comida; socialmente inducida, como la de cigarrillos o coches y aparatos; o patológica, como la de tener satisfacciones sádicas o masoquistas.]
Tampoco se plantea en esta postura qué consecuencias tienen para el hombre la satisfacción de la necesidad: si enriquece su vida y constribuye a su desarrollo, o lo debilita, lo embota y lo obstaculiza convirtiéndose en negativa. [...]
La postura contraria establece una diferenciación fundamental, atendiendo a si la necesidad conduce al desarrollo y bienestar del hombre, o lo obstaculiza y perjudica. Piensa en las necesidades que se originan en la naturaleza del hombre y conducen a su desarrollo y a la realización de sí mismo. No hay felicidad puramente subjetiva, sino objetiva, normativa. Sólo conduce a la felicidad el cumplimiento de los deseos que están en el interés del hombre. En el primer caso digo: "Seré feliz si gozo todos los placeres que desee"; en el segundo: "Seré feliz si logro lo que debo desear, puesto que quiero alcanzar un máximo de bienestar."
[...] todos los grandes maestros de la humanidad han llegado a enseñar, esencialmente, las mismas normas, que se resumen en la necesidad de vencer la codicia, el engaño y el odio y de conseguir amor y participación, como condición para alcanzar un grado óptimo de ser.
[...] el hombre está dotado neurológicamente de una moral "biológica", en la que se arraigan normas como las de cooperación y solidaridad y la búsqueda de la verdad y de la libertad. [...] las principales normas humanas son condiciones para el pleno desarrollo personal, mientras que los deseos puramente subjetivos son objetivamente perniciosos.
[...] podría terminar este capítulo justo aquí, diciendo: lea las obras de los maestros del vivir, llegue a comprender el verdadero sentido de sus palabras, fórmese su propia idea de lo que quiera hacer con su vida: abandone la ingenua idea de que no necesita maestro, ni guía, ni modelo: de que puede averiguar, en el lapso de una vida, lo que han descubierto las mentes más grandes del género humano en muchos millares de años, a partir de las piedras y los esbozos que les dejaron sus predecesores. Según dijo uno de los mayores maestros del vivir, el maestro Eckhart: "¿Cómo puede vivir nadie sin haber sido instruido en el arte de vivir y de morir?".
Erich Fromm, Del tener al ser
Sentido es sinónimo de dirección, camino, significado y razón.
El sentido de la vida es una dirección por un camino al que se le otorga un significado y obedece a una razón.
Cómo encontrar el propio sentido es un misterio. Pero, como dice el poeta,
sólo vale la pena vivir para vivir.*Ilustración
Olea.