Un poco de copy & paste sobre las declaraciones de Susana Gimenez tras el asesinato de su ex decorador y florista, la inseguridad, la pena de muerte y los pibes chorros.
Violencia, violencia, violencia,es tan fácil perder la inocencia
No vamos a decir “¡qué barbaridad!, a la señora bárbara que hizo de su barbarie una gracia de la civilización platinada. Porque los que opinan contra ella ya dijeron que es una barbaridad ningunear a los derechos humanos como si fueran el enemigo de la gente decente (y como si gran parte de la inseguridad no fuera porque a nadie le importa que los excluidos se mueran o no tengan proyectos de vida a los que apostar) y los que opinan como ella —o vieron lo bien que medía en rating opinar como ella— ya están saliendo a bravuconear en una maratón mediática de Matando por un sueño.
(...)
¿Qué tal si la filosofía del ojo por ojo, muerte por muerte, le tocara a ella: a Susana, o a ellos, a muchos de ellos? A los que creen que delinquir es sólo eso que hacen los pibes chorros mientras los famosos apenas se equivocan. El delito también rozó a Susana que, en 1987, compró un Mercedes Benz con una exención impositiva destinada a un discapacitado, el auto fue encontrado escondido (en 1991) en la estancia de su ex marido Huberto Roviralta y ella fue acusada de encubrimiento de contrabando. Y reincidió. “¿Qué quiere, padre, construir un Sheraton?”, le preguntó al sacerdote que tenía que beneficiarse con Su concurso telefónico del 0-600 pero denunciaba que le birlaban los fondos. Por suerte para Susana su enemigo fue Julio Grassi —que se hundió solo por su propio delito— pero su ex novio y socio Jorge Rodríguez fue procesado por administración fraudulenta. Moria tampoco puso en marcha el pedido de seguridad en la puerta de su casa. Su ex novio —Xavier Ferrer Vásquez— fue detenido por manejar un auto robado.
No es cuestión de perseguir con prontuarios, pero sí de ver quién es capaz de desistir de un juicio justo. La filosofía de la Tolerancia Cero con la que la derecha norteamericana aseguró haber limpiado Nueva York —by Rudolph Giuliani— predicaba que no había que perdonar ninguna falta leve para que no sucedieran delitos graves. Si la Tolerancia Cero se aplicara a la Argentina Susana podría haber estado presa. Si importáramos el sistema carcelario de Dubai o el método Giuliani —ojo por ojo y ninguna tolerancia a ningún delito— su reclamo la podría haber encontrado a ella del otro lado. Pero, por suerte, a Dubai fue a darse una vueltita con Marley.
Luciana Peker
Extracto de
¿Tolerancia 0?Suplemento LAS12, Página|12
13 de marzo de 2009
(...) No sabemos si G va a poder completar 9º, si tendrá que salir a conseguir plata como sea, o si todas las fuentes de “descarrilamiento” que tiene al alcance de la mano —por no tener educación, por no conseguir trabajo, por vivir en una villa, por no contar con una red familiar/social que lo apoye en su deseo de no volver a caer— van a jugarle una mala pasada. No lo sabemos.
De lo que sí estamos seguros es de que si seguimos pensando que la única solución es matar a los pibes, se nos acaban las chances de “terminar con la inseguridad”. G o cualquiera de los otros cientos de jóvenes en sus condiciones no van a tener la posibilidad de recibir asistencia del Estado que, con sus muchas deficiencias, trata de que vuelvan a la escuela, de que consigan un trabajo, de que descubran otras capacidades propias, que no pongan en riesgo la vida de los demás, ni la de ellos mismos.
¿Qué es lo que pasa, para que algunos pibes salgan en la tele con guardapolvos blancos contentos por el inicio del año lectivo, y otros, de la misma edad, del mismo país, aparezcan convertidos en asesinos a los que hay que eliminar, a los que no se les da la oportunidad ni de llegar al guardapolvo blanco? Sigamos pensando las responsabilidades del Estado —y por ende, las de todos nosotros—, porque ningún pibe nace chorro