martes, 25 de diciembre de 2012

Fin del Mundo, Navidad, caos, miedo, depresión y pensamientos en voz alta. (Audio)



(Transcripción del audio grabado el 25/12/2012)

"It's a wonderful life"  (1946)
 
Recuperar la inocencia una o dos noches al año.

Cada vez es más difícil distinguir la realidad de las historias. Los documentales y las noticias utilizan los mismos recursos que las películas que consideramos ficción. Y las ficciones están basadas en historias que parecen verdaderas, o, al menos, no demasiado lejanas de la realidad. Ya no es suficiente con contar con videos, fotografías, documentos escritos. Se ponen en juego demasiados intereses en la narración de los hechos.

Vivimos en un estado de miedo constante. Los medios se encargan de perpetuar* la idea de que la violencia está en todos lados y al mismo tiempo. Es probable que el hecho de que seamos demasiados en este mundo, y de que el capitalismo no ayude, haga aumentar lo que consideramos delito y se multipliquen los asesinatos. Pero esto nunca fue distinto.




La diferencia es que antes, al menos, los Estados no estaban desarrollados. Era un todos contra todos, literal. Es cierto, antes existían las monarquías. Pero no se había establecido un orden en el que el pueblo eligiera a sus representantes, por mas que inicialmente fuera el pueblo "elegido" el que eligiese representantes a su medida.  Por más que los intereses aún sigan siendo resguardados por los mismos que dicen proteger los intereses de todos. Por mas que la democracia parezca una farsa.

Lo cierto es que habíamos establecido que el Estado nos protegía a todos de nosotros mismos. Para evitar estar en guerra constante con el vecino. El problema está en desconfiar de los Estados. En confundir gobiernos, con Estados. El de entender que sigue existiendo una relación entre los dueños del dinero "legal" y los dueños del dinero de la delincuencia organizada.  La venta de armas, la trata de personas, el narcotráfico, se conjugan con las inversiones* honestas, con los desarrollos de avances científicos que nos permitirían vivir mejor al promedio de la población.

¿Cómo se puede culpar a un hombre, que nace en la pobreza, de su accionar delictivo, cuando sabe, a ciencia cierta, que no tiene lugar, el mundo, para él? 7 mil millones de personas y contando...

Todos deberíamos poder desarrollarnos. Todos deberíamos poder serle útil al mundo. Por una cuestión estadística, no todos los somos. Y no sólo eso. El 1% de la población tiene la mayor parte de la riqueza. Y por si fuera poco, este sistema nos invita a seguir consumiendo los recursos naturales, para llegar, nunca, a tenerlo todo. Sin un sistema que produzca necesidades no hay necesidad de mas hombres en el mundo.

Están los que creen que las guerras y las pestes controlan a la población humana. Es probable, pero no es muy políticamente correcto pensarlo, o desearlo. Están los que creen que las guerras son necesarias para mantener las libertades, hablo específicamente de los Estados Unidos. ¿Qué libertades?.

El miedo, el miedo del que se nutren los medios para vender; un miedo a todo, hace que luego de una masacre en una escuela por parte de un chico, se empiece a hablar del control de armas. De la guerra de los "buenos" con armas contra los "malos" con armas, como si fuera forma de distinguirlos tan fácilmente. Como si no fuera el miedo de vivir en comunidad lo que crea la necesidad de las armas. El miedo y la desesperación de no entrar en ningún lado. Es cierto, hay algunos lunáticos especiales que no entran en estas dos categorías. Gente violenta. psicótica. Gente distinta. Pero los que no están diagnosticados, ¿estamos más sanos?

Cuando somos niños se nos educa de acuerdo a nuestro género, mejor dicho a nuestros sexo, con dos grandes cuentos. A las mujeres se les recuerda que en un futuro deberían ser madres. Se les promueve el tener hijos. Es necesario que tengan hijos. Una mujer que no tiene hijos, desde esta perspectiva, es una mujer que no cumple su rol. Una mujer inservible. Debe tenerlos, debe criarlos, debe quererlos, y enseñarles todo lo maravilloso que tiene el mundo. Una niña es vestida de rosa y a una niña se le enseñan cuentos mágicos, donde el que triunfa siempre es el amor. Donde el final siempre es, "vivieron por siempre, por siempre felices, en un castillo, con muchos hijos". El final es ese porque el comienzo debe ser ese, dicen algunos. Dejando el machismo de lado, dejando el hecho de que no toda mujer tiene por qué nacer para parir, dejando las ideas feministas, es una idea útil. Porque a los chicos se les enseña otra historia. Se les enseña el valor de pelear por lo que es bueno. El héroe de las historias usa las mismas armas que su enemigo, pero destruir al que destruye siempre es virtud. Y, además, se acentúa que el hombre debe estar solo. Ocasionalmente los héroes pueden estar acompañados de otros héroes. Y, en general la historia es del súper héroe, del súper héroe individual. El que lo ve todo, el que va al rescate de todo. Un solo hombre para toda una metrópolis. Un solo hombre, disfrazado, haciendo la justicia que la Justicia no da. Porque el sistema que los adultos han puesto en funcionamiento es un sistema corrupto.

Se habla mucho sobre la corrupción de los jueces, su connivencia con el poder. Se habla mucho, se ha hablado, en estos días, en la Argentina, acerca de qué es lo que debe hacerse con los jueces. De cómo se hacen cumplir* las leyes, de quién las decide, de qué es justo y qué es injusto. El sistema que hemos montado, no nos sirve. A los gobiernos los manejan las corporaciones y sus intereses. Pero esto siempre ha sido siempre igual. El poder siempre llama al poder. El poder genera poder.

Y el miedo, bancado desde los medios, que necesitan del rating porque vende más, porque colocan más productos para llenar* ese vacio que deja el no saber qué hacer con uno mismo en este caos; el miedo, es el que nos mueve... a desear más armas en vez de menos . Y a decir* en volver para atrás el tiempo. Y en vez de reformar, de alguna manera, no sé cómo, el Estado, la policía, el sistema, atrincherarse con balas, con comida, como si fuera el Fin del Mundo. Un Fin del Mundo que nos anuncia con bombos y platillos... un fin del mundo que venimos anunciando desde que comenzó el mundo, desde que cada civilizacion en cada rincon de la tierra, se preguntó cómo había comenzado, empezó a preguntarse cómo terminaría. Y algunos calcularon, que más o menos para esta fecha, podía empezar algo distinto.

(Nota aparte, aparentemente hemos interpretado mal las predicciones: lo que querían decir los mayas no era que se iba a terminar nada, sino que iba a comenzar otra cosa. Otra Era, no importa.)

¿Qué hacer con los malos de la película? ¿Es que hay malos verdaderamente?. ¿Somos todos realmente tan buenos? Nos horrorizamos cuando un tipo con poder es corrupto y no le importa, no le importa nada, no le importa hacer sufrir a otros, con tal de salvar sus intereses. ¿Acaso no estamos pidiendo hacer lo mismo cuando pedimos armarnos para protegernos de los delincuentes, cuando pedimos mano dura, cuando pedimos seguridad.? No estoy hablando de que no sea legitimo reclamar sentirse seguro, pero ¿cómo sentirnos seguros en un sistema en el que hoy podés estar incluido y mañana no? En un sistema donde se te alimenta a miedo. En un lugar donde las vidas valen pero no todas de las misma manera.

Donde se le da mucha importancia a veinte niños masacrados en una escuela de EEUU pero no se le da mayor cobertura a los niños que mueren en las guerras en países perdidos del medio oriente que no sabemos ni ubicar en el mapa.

"Noche de paz, noche de amor", ese es el villancico de navidad. Por una noche pedimos, decimos, deseamos, que se pare el fuego, que se haga un alto en la violencia, que pensemos. Los que tenemos algo todavía, a quienes no nos va tan mal, damos las gracias. Reconocemos que hay gente que está peor, y en el fondo, aunque no queramos decirlo, porque no queda bien, agradecemos no ser aquellos que están tan llenos de dolor que no tienen ni siquiera ganas de inventarse o fingirse una inocencia.

Que Papá Noel, que Jesús, que lo que sea. La Navidad sirve como excusa para juntarse con los que uno quiere, con los que uno aprecia en el mundo. Y, lamentablemente, los que uno aprecia en el mundo caben en una casa, se cuentan con los dedos de la mano.

¿Se imaginan tantos estados como personas, como grupos familiares, en el mundo? Un todos contra todos literal. Lo estamos viviendo. Desconfiamos del vecino. Desconfiamos del vecino distinto, siempre lo hemos hecho, no está mal tampoco. Sobre todo porque siempre se teme a lo desconocido. Pero cuando se lo conoce también le tememos. "Hay que temerle", dicen. "hay que temer al vecino. Porque uno no sabe si en el fondo no es un psicótico. No sabe si en el fondo... parece tan normal. No daba señales de que fuera agresivo, no daba señales."

Todavía no tenemos ningun dispositivo que nos permita controlar y evitar un delito antes de que ocurra. Un delito, bueno, es un decir. Lo máximo que puede pasar es que controlemos un homicidio. Pero no es lo mismo un homicidio privado que un homicidio de Estado. Un homicido digitado, masivo, con fines políticos. No, eso no parece inseguridad, algunos no lo llaman así. Algunos lo llaman necesidad de defenderse.

¿Qué hacemos con esto, cómo se hace para vivir esperanzado? El cinismo llega a niveles insospechados. Bueno, siempre queda el recurso de la alienación. Las drogas, por ejemplo. Nos preocupamos por el aumento de los drogadictos, de todo lo que tiene que ver con el narcotráfico. Nos horrorizamos de que cada vez se venden mas antidepresivos, de que las soluciones a problemas espirituales, pongámosle, se emparchan. Buscamos estar sanos en un mundo de locos. Buscamos seguridad en un mundo en que la seguridad no existe. Inventamos todo, eh. Controles de todo tipo. Nos miden, nos analizan, nos tienen en un registro donde cualquier delito por mínimo que sea cuenta como antecedente criminal e inmediatamente somos excluidos del sistema.

No hay personas buenas ni personas malas. No nacemos perfectos y la sociedad nos corrompe, ni nacemos malos y la sociedad nos arregla. Esas explicaciones son demasiado simples. Esas explicaciones no sirven para explicar como buenas personas hacen cosas terribles en nombre de algún derecho o libertad que creen está cercenado.

Y no, no existe Dios. Dios nos mira, si acaso existe. Pero no, no existe. Somos solo nosotros, tratando de darle sentido al sinsentido de nuestra existencia.

Qué hacer, "seguir luchando" dicen algunos. El problema es que siempre luchamos "contra" algo. Siempre se lucha contra algo. Contra el "capitalismo" en sí, que es una idea abstracta, se lucha contra la misoginia, contra la discriminación, se lucha contra el delito sin especificar demasiado cuál es el delito, se lucha contra el narcotráfico, contra la venta de armas, contra la trata de personas, se lucha contra todo eso que hemos generado porque las únicas personas que realmente nos importan en el mundo son aquellas que pueden sentarse alrededor de una mesa. Y si, es cierto nos conmueve, puede llegar a conmovernos la vida de los otros; las madres, sobre todo, son capaces de solidarizarse con otras madres que han perdido a sus hijos porque saben lo que significa, o se imaginan, el dolor que representa perder a un hijo. Pero el dolor aumenta, no sólo porque es un hijo, no sólo porque es propio, sino porque los niños, se supone, son el futuro. Y cuando se matan niños, se mata el futuro.

No hay soluciones mágicas. La única forma de ser feliz en este mundo es aislarse en una burbuja, mal que nos pese. Nadie puede ser verdaderamente feliz luchando. Nadie puede ser verdaderamente feliz en un campo de batalla constante, en un lugar donde los niños no nacen inocentes, no porque sean culpables, sino porque ya lo saben todo. No se puede recurrir a la magia para explicar los regalos que se reciben una sola noche al año.

¿Seguimos ilusionados, seguimos esperanzados; nos envenenados de cinismo y cometemos un suicidio masivo? ¿Nos alienamos, nos divertimos con entretenimiento, cine, música, arte en general, y drogas -legales o no-?

El individuo vs. el colectivo: yo vs. el mundo. Yo dependo del mundo pero el mundo, desgraciadamente, no depende de mi. Y si alguien nos hace creer que depende nosotros nos está mintiendo. ¿Qué significa esto, que no necesitamos presidentes, que no necesitamos gobernantes, líderes? No sé. A lo mejor no.

Los cambios son difíciles porque nos hemos gastado la humanidad en crear este lugar en el que hoy vivimos y estas reglas. No somos simples animales, o sí, lo somos, pero somos los más complejos. Porque no venimos entrenados para actuar. No venimos con instinto. Si somos humanos es porque el instinto murió con la cultura, a pesar de que queden ciertos resabios, a pesar de que todos deseemos, en el fondo, sobrevivir.

Me es muy difícil terminar con un mensaje esperanzador. Me es muy difícil porque hoy estoy deprimida. Me es muy difícil esperar nada del mundo en que se vive. Pero bueno, ya se pasará.