sábado, 4 de abril de 2009

Laburo para los científicos


Sé que hay investigaciones que se hacen al respecto, pero ¿para cuándo una bolsa de plástico verdaderamente biodegradable?

Pensando en mis futuros hijos

Muchos ex-compañeros de trabajo, ex-compañeros del secundario, primos... todos empezaron a tener los suyos. En el último tiempo he estado rodeada de pañales, pensando mucho en el futuro y en mis futuros hijos. Casi sin darme cuenta me agarró el instinto maternal por la pierna y no me larga. Pienso en qué quisiera enseñarles, qué quisiera que sientan, cómo me gustaría que fueran.

Creo que no está en los padres decidir la forma en que sus hijos serán, pero sí ayudan a moldear la autoestima del niño. Y yo quisiera ser una "buena madre" y ayudarlo. Por eso estoy leyendo un poco.

Dice Dorothy Corkille Briggs en su libro Your child's self-esteem:
Entiéndase bien: el permitir que el niño sea "dueño" de sus sentimientos no significa dejarle hacer todo lo que quiera. Existe enorme diferencia entre detener un acto y dar órdenes a las emociones. La conducta necesita a menudo que se la limite. Nosotros hablamos de la libertad de sentir, y no de la libertad de actuar.

Y se me vienen a la mente posibles situaciones en donde dejo a la criatura dibujar las paredes de su cuarto a su gusto, pero no las del resto de la casa; le digo que puede cantar y bailar todos los ritmos que desee pero en un volumen medio; le digo que puede construir con rastis o jugar con muñecas, independientemente de si es nena o nene, pero que cuando termine debe guardar todo en su lugar. Deseo que se sienta creativo, que tenga lugar para ser él, pero con las reglas claras, los límites firmes que también necesita.

Lo que sigue es un copy & paste de este blog, que resume lo que sería ser un "mal padre":


Dibujo de Quino.
Potentes, prepotentes e impotentes, Editorial Lumen

La cultura del terror/2
La extorsión,
el insulto,
la amenaza,
el coscorrón,
la bofetada,
la paliza,
el azote,
el cuarto oscuro,
la ducha helada,
el ayuno obligatorio,
la comida obligatoria,
la prohibición de salir,
la prohibición de hacer lo que se siente
y la humillación pública
son algunos de los métodos de penitencia y tortura
tradicionales en la vida familiar.
Para castigo de la desobediencia y escarmiento de
la libertad, la tradición familiar perpetúa una cultura
del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir
y contagia la peste del miedo.
-Los derechos humanos tendrían que comenzar por casa-
me comenta en Chile, Andrés Dominguez.

Eduardo Galeano
de El libro de los abrazos. Ed. Siglo XXI


(Todavía no estoy lista para hacerme cargo de otra persona, por más "pequeña" que sea al principio. Pero me sobran las ganas de amarla, como el dulce fruto del Amor que siento por mi Compañero de Viaje. Seguiré haciendo estas tímidas entraditas. Esto recién empieza...)